viernes, abril 23, 2004

Las cinco del viernes.

Hola a todos. Lastimosamente quede en deuda, con las cinco del viernes pasado pero aprovechando que hoy es el día del idioma, las cino tienen contenido literario. Son fragmentos de libro en los que trataré de decir que libros son. Algunos los conozco, otros me los imagino y otros ignoro cuales sean, pero lo verdaderamente importante es intentarlo.
1) Macondo era entonces un aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. Esta es muy conocida. Cien años de Soledad. Y tengo la ventaja de que me la leí por primera vez hace como unas 2 semanas. Pero aunque no la hubiese leído, todo colombiano debería identificar a quien pertenece Macondo.

2) Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las forecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente "¿...?", y viene a mi con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
De está no estoy seguro, pero por los indicios del fragmento, digo que es Platero y yo de Juan Ramón Jiménez.

3)Podéis imaginar entonces mi sorpresa cuando, al despuntar el día, me despertó una extraña vocecita que decía:
- Por favor... dibújame un cordero.
- ¿Qué?
- Dibújame un cordero.
Me levanté de un salto como su hubiera sido alcanzado por un rayo. Me restregué los ojos. Miré detenidamente.
Y vi un niño, realmente extraordinario, que me observaba gravemente.
De está si no se cual es, no he tenido la oportunidad de leerla pero supongo que debe ser conocida. Si alguien sabe que me avise.

4) ¿Qué veo? ¿Una copa apretada en la mano de mi fiel amo?
¡El veneno, por lo visto, ha sido la causa de su prematuro fin!...¡Oh ingrato! ¿Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte! ¡Besaré tus labios!... ¡Quizá quede en ellos un resto de ponzoña para hacerme morir con un beso reconfortante. (besándole) ¡Tus labios están calientes todavía!
Y esta debe ser Romeo y Julieta de William Shakespeare. Me hace recordar de la escena de la película (pues no me leí el libro).

5) Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no legaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de comprensión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Y esta última es una novela inspiradora del día del idioma: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Me leí esta magnifica obra cuando estaba en undécimo grado de bachillerato, como requisito en una materia. La leí en un librito de esos que son sencillitos y actualmente me sorprende ver que existan copias del tamaño de una Biblia (aunque podría considerarse como la Biblia del idioma).
Muy bueno para ejercitar la memoria literaria y veamos que pasa en otras entregas de Las cinco del viernes.

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